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Puedes opinar lo que quieras acerca de Gadafi, estás en todo tu derecho; pero lo que no puedes es negar la realidad.


La Yamahiriya, “estado de las masas” que proclamó en su Libro Verde, llevó a crear la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. Un “socialismo islámico” por medio del cual se logró una democracia directa, estableciéndose el Congreso General del Pueblo que dejó a Gadafi a la cabeza.

Luchador entre otros por una Organización de Países No-Alineados; junto a Nasser por una gran Nación Árabe; y junto a Mandela por la Unión Africana, del cual fue su Secretario General.

Libia fue colonia Italiana que luego de la segunda guerra mundial se repartieron entre Inglaterra y Francia como un trofeo de guerra. Éstos tuvieron que implantar en 1951 la monarquía del tirano rey Idris, forzados por la continua lucha de los beduinos por la independencia.

Con la llegada de Gadafi, luego de estudiar abogacía y en la Real Academia Militar de Inglaterra, se derrocó a la monarquía en 1969. Nacionalizó la industria petrolera, expulsó a las bases militares extranjeras, y funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que habían dominado al país.Condujo a su pueblo, donde no existía una sola escuela, a tener los más altos índices en relación al progreso económico, laboral, social y cultural.

El imperio tiene una necesidad intrínseca de avasallar al mundo y solucionar los periódicos picos de crisis permanente de su modo de producción. Fue a apoderarse del petróleo, oro y agua dulce de Libia, a aplastar la intolerante Yamahiriya y asegurarse la geografía para sus bases militares y sus rutas comerciales.

Puedes seguir opinando lo que quieras acerca del supuesto “dictador”; pero lo que no puedes es negar la importancia del pueblo de Libia en su propia historia de desarrollo colectivo, en el camino por ellos elegido. Que trasciende a cualquier persona individual, incluyendo personalidades avasallantes y excéntricas. Los pueblos ávidos de independencia, desarrollo, democracia, cultura… promueven a sus conductores.

El venerado líder libio Al-Mukhtar fue ahorcado en público por los fascistas italianos en 1931. Sus últimas palabras antes de su humillante ejecución fueron: “sobreviviré a mis verdugos”.Fue apodado por las tribus beduinas “El León del Desierto”, apodo heredado por Gadafi por continuar su lucha por la independencia.

Sigue opinando como quieras acerca del “perro rabioso del desierto” (como a R. Reagan le gustaba referirse), pero lo que no puedes es negar que Gadafi ¡¡sobrevivirá a sus verdugos!!


Adhiérete al grupo:
¡¡¡ ALTO EL FUEGO !!! Libre determinación de los pueblos y no intervención.

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