EL POPULAR - semanario

Editorial N° 188 - 29/6/2012

En el aniversario 39 del golpe de Estado en Uruguay y el inicio de la huelga general con que nuestro pueblo y sus organizaciones lo enfrentaron, acontecimientos nacionales y el golpe de Estado en Paraguay, le dan una renovada vigencia a la necesidad de construir memoria histórica y darle centralidad política al fortalecimiento de la democracia.

La dictadura y el diario El País

En nuestro país la conmemoración de los 39 años del golpe de Estado y de la huelga general que lo enfrentó mostraron, una vez más, la persistencia del debate histórico y actual, sobre la dictadura y las fuerzas que la promovieron.

El editorial del diario El País, vocero oficial del golpe y de la dictadura, es paradigmático. En su visión retrograda y reaccionaria de la historia El País dice que “no es justo enrostrarle a las Fuerzas Armadas la entera responsabilidad del desvío constitucional”. Según El País tuvieron responsabilidad en el golpe “los tupamaros” por sus “acciones terroristas”, los comunistas “por radicalizar al movimiento sindical” buscando “imponer un régimen marxista”, el Frente
Amplio que alentó a los tupamaros y hasta la Universidad que “los cobijó”.

Esto no es lo más grave del editorial, ello viene cuando señala que “también hoy, a 39 años de aquel golpe, conviene que la ciudadanía esté alerta para no revivir sucesos que puedan desembocar en algo semejante. No hay que dejar pasar sin denunciarse temerarias expresiones como las de la senadora Topolansky, pretendiendo que las FF. AA. sean leales exclusivas al Frente Amplio, o también, que una ley de contenidos de los medios esconda detrás de la presunta "protección a los ciudadanos" una clara intención por acallar denuncias, amordazando a la prensa. Las dictaduras no aparecen en forma instantánea, hay que estar alerta a sus primeros síntomas”.

Una maravilla realmente. A la derecha de El País solamente la pared no hay espacio para más.

En realidad la dictadura uruguaya fue parte de un plan continental de EE.UU para frenar los avances populares en América Latina. La doctrina de la Seguridad Nacional no nació de un repollo fue promovida por el imperialismo yanky, tan defendido por El País. El golpe de Estado en Uruguay fue promovido por la oligarquía latifundista y financiera que logró durante la dictadura una transferencia de más de 5 mil millones de dólares a costa de la pérdida del salario de los trabajadores.

El pueblo resistió siempre cada día, con la huelga general que El País combatió y hoy ni siquiera nombra. Con miles de presos, torturados, muertos y desaparecidos, cuya existencia El País negó. El 27 de junio de 1978 sostenía El País en un editorial: “Han surgido las versiones de que en el Uruguay soportamos una de las dictaduras más crueles y repugnantes de América Latina, burda especie a la que se procura dar patente de verdad en el exterior por medio de datos estadísticos ridículos sobre uruguayos asesinados, presos, torturados o forzados a abandonar el territorio nacional”.

El peligro para la democracia no lo constituyen declaraciones de la senadora Topalansky ni el legítimo intento del Frente Amplio de democratizar los medios de comunicación en Uruguay. El peligro para la democracia lo constituían hace 39 años y lo siguen constituyendo hoy los que piensan y actúan como recomienda El País y las fuerzas que apoyaron la dictadura de la cual el diario caganchero fue un “intelectual orgánico”.

Golpe en Paraguay

En el mismo sentido se inscribe lo sucedido en Paraguay con el golpe que terminó en la destitución del presidente democrático Fernando Lugo.

La estrategia de la derecha continental y de los medios de comunicación que son un actor político central (como lo fue y es El País) para legitimar el golpe tiene varios componentes: ocultar la dimensión continental de la operación en marcha para frenar los cambios y obstaculizar el proceso de integración; ocultar el papel de EEUU; ocultar los intereses de clase y el papel de la derecha política.

Lo de Paraguay no es un hecho aislado se inscribe en una estrategia continental de EEUU y las derechas y poderes oligárquicos nacionales para revertir o al menos obstaculizar al proceso de cambios que vive América Latina y su correlato de integración e independencia política con respecto al imperio.

En 2002 dieron un golpe de Estado contra Chávez, que fue derrotado por la movilización popular, el posicionamiento de un sector importante de las FFAA a favor de la democracia y la solidaridad internacional. En 2008 el escenario golpista fue en Bolivia con maniobras separatistas y acciones terroristas de la ultraderecha. El 28 de junio de 2009, hace exactamente tres años, se concreta el primer golpe exitoso en Honduras y es depuesto el presidente Manuel Zelaya. En octubre de 2010 se realiza la intentona golpista en Ecuador a través de los cuerpos corruptos de la Policía, al igual que ahora se los utiliza nuevamente en Bolivia.

En todos los casos se argumentó que no eran golpes, eran crisis políticas.

En Paraguay se conjugaron para dar el golpe: el Partido Colorado partido oficial de la dictadura que mantiene secuestradas parcelas centrales de poder. Los EEUU que conspiraron contra Lugo desde antes de que asumiera. La oligarquía propietaria de tierras que no quiere renunciar a sus privilegios. Las mafias del narco y el contrabando. Sectores del Partido Liberal Radical Auténtico que quitaron el respaldo a Lugo y se sumaron por mezquinos intereses electorales a este golpe.

El golpe en Paraguay fue posible, también en parte, por la debilidad del apoyo a Lugo, por las concesiones hechas a la derecha que lo separaron de su base social, por la falta de unidad en el campo popular.

Empezaron con una provocación gigantesca en Caraguaty que culminó con la muerte de 10 campesinos y 6 policías. Presentada como un enfrentamiento armado fue en realidad un montaje, los campesinos no tenían armas de guerra y todos los muertos lo fueron por este tipo de armamento y con disparos de alta precisión. Las acusaciones contra Lugo muestran a las claras de que se trata: no proteger la propiedad privada, no garantizar la seguridad, entregar soberanía con la cláusula democrática del Mercosur y de Unasur.

Fue acusado y juzgado en una suerte de linchamiento político express, sin garantías de ningún tipo, las protestas fueron silenciadas e invisibilizadas. Todo el proceso duró un día y medio. Para citar antecedentes, el juicio a Collor de Mello, que se había robado medio Brasil duró seis meses; en Paraguay a Cubas, por hechos mucho más graves, le dieron seis semanas. A Lugo en dos días y con dos horas para defenderse. Llegó a tal nivel la farsa que la derecha paraguaya dijo que no necesitaba probar las acusaciones porque “eran de conocimiento público”. Además hubo más de 20 intentos fallidos de Juicio Político contra Lugo antes de este. No es un recurso extremo y excepcional fue una práctica política permanente.

Se sostiene que esto es un problema interno paraguayo que el Mercosur es intervencionista. Para la derecha paraguaya y uruguaya, el único que puede juzgar, opinar y operar es EEUU. Lo nuevo es que existe en América Latina una realidad diferente y la región quiere resguardar la democracia y defenderla. Son positivas y necesarias las acciones del Mercosur y de Unasur condenando “la ruptura de la institucionalidad democrática”, suspendiendo a Paraguay en los organismos regionales. Esta postura es compartida además por gobiernos que no tienen nada de izquierdistas como Colombia y Chile. Aquí también las cosas están claras, toda América Latina, el Mercosur, la Unasur y hasta la OEA contra el golpe. EEUU, Alemania y el Vaticano, arropando al golpista Franco.

Las lecciones de la historia

En Uruguay, el gobierno, El Frente Amplio, el PIT-CNT, la FEUU y las organizaciones populares condenaron el golpe. La mayoría de los medios y la derecha, o lo apoyaron o dijeron que era un problema interno paraguayo.

En Uruguay hace 39 años el golpe fue de derecha y lo apoyaron la Asociación Rural, la Asociación de Bancos y los medios de la derecha. En Paraguay, hace 7 días, también fue un golpe de derecha, apoyado por los propietarios de 7 millones de hectáreas (la mitad de la superficie productiva de Uruguay) regaladas por la dictadura de Stroessner y por los medios de la derecha. Como decía Arismendi: la perra que parió al fascismo sigue en celo.

Es imprescindible fortalecer la democracia y profundizarla, es imprescindible fortalecer la unidad del campo popular, sindical, social y política. Es imprescindible confrontar con la derecha que por recuperar espacios de poder fue y es capaz de todo.

A 39 años del golpe en Uruguay y a 7 días del golpe en Paraguay nuestra postura es clara: unidad y lucha, más democracia y más libertad. Nunca más dictaduras.

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