El Popular - Editorial N° 192 - 27/7/2012
Hace varios editoriales de EL POPULAR que venimos señalando la ofensiva política en todos los terrenos de la derecha, en sus diversas expresiones, política, empresarial y mediática. Manifestamos también la necesidad de enfrentar esa ofensiva en el terreno principal: la disputa entre dos proyectos país, el de la izquierda y el bloque social y político de los cambios y el de la derecha y el bloque de poder oligárquico.Esa disputa es política, es ideológica, es cultural y se expresa también en la gestión de gobierno y en el rumbo de esta.
La declaración del domingo de la Unidad Nacional (UNA) que nuclea al herrerismo en el Partido Nacional es una vuelta de tuerca más en esa ofensiva y en esa disputa.
La declaración de la UNA, descarnada y dura, tiene como mérito expresar con meridiana claridad lo que está en juego: vienen por la restauración neoliberal y vienen con todo. Es una muestra del sentir profundo de las clases dominantes.
En EL POPULAR nos gusta debatir sin esconder nada, por eso a diferencia de lo que
hace comúnmente la derecha, publicamos entera la declaración de la UNA en la página 5. En este editorial solamente destacamos las afirmaciones más trascendentes.
“Debemos alejar a los uruguayos del peligro creciente de ser presas de un régimen totalitario del Frente Amplio” afirma; “es necesario el triunfo del Partido Nacional, para restablecer la Libertad, la República y la Democracia en nuestra Patria” sostiene; denuncia “las continuas amenazas que, de toda forma y en todo momento, se hacen contra la prensa libre” y remata de la siguiente manera “la Libertad, la Democracia y la República, deben ser defendidas a cualquier precio ante los continuos ataques por parte del Frente Amplio”.
El tono de la declaración y el calibre de las afirmaciones muestran el nivel de confrontación política al que está dispuesta a llegar la derecha lanzada a todo galope en campaña electoral tres años antes.
Esta declaración permite dos conclusiones políticas: la decisión de la derecha de impedir a cualquier costo que avance el proceso de cambios iniciado con los gobiernos del Frente Amplio y su intención restauradora del neoliberalismo; y también, la lucha entre el herrerismo y el bordaberrismo por hegemonizar el espacio de derecha, todo parece indicar que la competencia será feroz.
La competencia por quién es más de derecha y quién es más neoliberal es cuestión de ellos, será un espectáculo interesante. Pero la confrontación política e ideológica por el rumbo del país es asunto nuestro y hay que darla.
El Frente Amplio respondió inmediatamente, el mismo domingo, con una columna de su presidenta, Mónica Xavier, que también reproducimos íntegramente y que compartimos en todos sus términos.
En la nota de las páginas 4 y 5 hay una primera respuesta a las afirmaciones del herrerismo. El debate político e ideológico debe darse para convencer, acumular y ganar la cabeza y la convicción de la gente. No podemos caer en la trampa de una competencia a ver quién dice el calificativo más grueso o grita más fuerte. Hay que darla como siempre la hemos dado con argumentos y con hechos.
En el terreno del totalitarismo. Aquí en Uruguay hubo una dictadura de 11 años, fue de derecha, fascista y buscó imponer el mismo modelo económico y social neoliberal, excluyente y dependiente de EEUU que luego continuaron los gobiernos de derecha y en particular el de Luis Alberto Lacalle. En esa dictadura el Frente Amplio fue perseguido, sus militantes presos, torturados, muertos y desaparecidos; despedidos y destituidos por miles; obligados al exilio; nuestros partidos fueron proscriptos y nuestros medios de prensa clausurados. EL POPULAR fue asaltado, sus trabajadores presos y perseguidos y dos de ellos asesinados: Norma Cedrés en prisión y Juan Manuel Brieba desaparecido.
Durante ese período, donde también se persiguió a militantes del Partido Nacional y clausuró medios nacionalistas, el herrerismo y sus principales figuras tuvieron otra suerte. Martín Etchegoyen, vicepresidente de Luis Alberto de Herrera y figura clave del sector, fue el primer presidente del Consejo de Estado de la dictadura. Edmundo Narancio, connotado herrerista y miembro del Consejo Editorial de El País, fue el interventor de la Universidad. Juan Chiruchi y otras figuras herreristas fueron intendentes y ocuparon cargos públicos y políticos durante la dictadura. El Debate y El País dos medios de clara influencia herrerista apoyaron la dictadura y hasta celebraron la represión.
Durante el gobierno democrático de Luis Alberto Lacalle se ordenó la represión del Hospital Filtro, con dos muertos y cientos de heridos; se reprimió a los trabajadores que luchaban; se clausuró dos radios. También durante el gobierno de Lacalle el agente de Pinochet, Eugenio Berrios, fue traído clandestino al Uruguay y asesinado aquí, mientras el ahora acusador Sergio Abreu le mentía al Parlamento diciendo que estaba vivo en Roma y mostraba fotos fabricadas por los servicios de inteligencia del Cóndor aún operativos.
Lacalle respaldó el golpe contra Chávez en el 2002 celebrando a Carmona, el empresario golpista que ahora está refugiado en Miami, también respaldó el golpe en Honduras y ahora fue a saludar y a apoyar a Franco en Paraguay.
En cuanto a la comparación de gestión. Durante el gobierno de Lacalle, a pesar del crecimiento, cayó el PBI industrial y cerraron decenas de fábricas, se sacaron los Consejos de Salarios y se empezó con un ajuste fiscal que deprimió los salarios y las jubilaciones. Con el gobierno del FA, la inversión creció 7 veces, los salarios 6 veces; se crearon 122 mil puestos de trabajo más; la inversión social fue 4 veces superior y la de educación, el doble.
El gobierno de Lacalle fue además el de mayor nivel de corrupción de la historia, culminando con el procesamiento del asesor presidencial Daniel Cambón, el ministro de Economía, Enrique Braga y el presidente del Banco de Seguros, Julio Grenno, entre otros.
Lacalle apoyó el gobierno de Jorge Batlle, para que ganara las elecciones y para que gobernara, el que nos sumió en la peor crisis contemporánea del Uruguay, el que hizo que todos los uruguayos tuviéramos que pagar a los bancos el equivalente al 10% del PBI, el equivalente a un año entero de PBI agropecuario, el que aumentó la deuda externa para satisfacer a la especulación financiera en 2.132 millones de dólares.
Lacalle es el que en la campaña electoral prometió la “motosierra” y terminar con la “ayuda a 80 mil atorrantes”, también el que propuso un ajuste fiscal en el 2009 para enfrentar los efectos de la crisis internacional. Conviene recordarlo ahora que el herrerismo habla de inclusión y terminar con la brecha social. Esas eran y son sus recetas.
Ese es el debate que queremos y que vamos a dar. No le vamos a regalar ni un milímetro a la derecha y a la restauración neoliberal. No queremos marcha atrás.
¿Cómo se enfrenta esto? Profundizando los cambios, aplicando el programa del Frente Amplio, mejorando la gestión de gobierno a nivel nacional y municipal para no dar cachones, con protagonismo político del Frente Amplio, con más organización, más unidad y más lucha popular.
En el lenguaje que parece estar en boga se podría decir: “el peligro despierta al mamado”. Nosotros preferimos decir que tenemos clara la contradicción fundamental entre un país productivo, con justicia social y mayor soberanía o uno con más dependencia y restauración neoliberal. Profundización de los cambios y protagonismo popular o vuelta de la derecha. Por si alguno tiene dudas, leer la declaración de la UNA, es un ejercicio recomendable.
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