Muammar Abu Minya al-Gaddafi Minyar cayó luchando en defensa de la independencia nacional de su país. Resistió, ciudad por ciudad, cuadra por cuadra, casa por casa, hasta que acorralado con sus compañeros y compañeras, fieras indomables, en los pocos metros de la tierra libre de Libia. Como se dijo, enfrentó hasta la muerte, irreductible, la coalición de las más poderosas naciones imperialistas occidentales.
Herido, fue arrestado, despreciado, detenido, torturado y moribundo, muerto. A su alrededor
se desencadenaba una canalla armada y excitada que hacía semanas disfrutaba rapiñando, ejecutando, violando a la población de la ciudad heroica de Sirte, arrasada por su resistencia a la recolonización del país. Sirte, en la costa mediterránea, con más de 130 000 habitantes, es la sede de la universidad pública, destruida, y la terminal del impresionante río artificial que llevaba el agua fósil del desierto libio al pueblo libio y a la agricultura.
En las ciudades rebeldes pasado, encarnizados francotiradores, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, fueron silenciados por la artillería pesada que demolió de los edificios en los que estaban. Carreteras, puertos, centrales eléctricas y telefónicas, cuarteles, escuelas, guarderías, hospitales, aeropuertos, estaciones de radio y televisión, la infraestructura del país construida durante las últimas cuatro décadas, fue arrasada por los seis meses de ataques aéreos, navales y de misiles – más de cincuenta mil bombas! – Responsables de una enorme parte de tal vez unas cincuenta mil muertes en una población de poco más de seis millones de habitantes.
La lúgubre paz de los cementerios reina finalmente en la Libia sometida.
Cuarenta y dos años después de la conquista de su independencia nacional, Libia vuelve al control neocolonial del imperialismo británico y francés, que compartieron la hegemonía sobre el país después de la Segunda Guerra Mundial, que puso fin al duro dominio colonial de la Italia fascista. Todo por supuesto, bajo la impasible supervisión de la hiena estadounidense.
En 1969, el joven coronel Muammar, 27 años, llegó del desierto para dirigir un golpe de los jóvenes militares por la independencia y la unidad de Libia, animados por las esperanzadoras pan-árabes de corte nacionalista y socialista. De este movimiento surgió un Estado laico, progresista y antiimperialista, que nacionalizó los bancos, grandes empresas y los recursos petroleros del país.
Cuarenta y tres años después, Gaddafi cae simbolizando los mismos ideales. Con su muerte expía dramática y tardíamente su irresponsable intento de acomodarse a las fuerzas del imperialismo, emprendido tras la victoria mundial de la contrarrevolución liberal.
Quien abraza el diablo nunca, dirige el baile! Fue el movimiento de privatizaciones, de “austeridad”, de apertura al capital mundial, de apoyo a las políticas imperialistas en África, etc. bajo los golpes de la crisis global, el responsable de la pérdida del consenso sical que realizó la más amplia y democrática distribución de los ingresos del petróleo en los países arábigo orientales.
Durante décadas, a diferencia de lo que pasó con los tunecinos, argelinos, egipcios, etc. nunca se vio en Europa un libio buscando un trabajo que ya tenía en su país. Al contrario el país terminó como destino de fuerte inmigración de trabajadores del África subsahariana negro, actualmente maltratados, torturados y ejecutados por miembros de las “fuerzas revolucionarias” creadas por el imperialismo, con la excusa de ser “mercenarios” de Gadafi.
La intervención en Libia no sólo trató de recuperar el control directo de las reservas de petróleo por el imperialismo británico, francés y americano. El objetivo también es dar un golpe mortal a la revolución democrática y popular del norte de África, mostrando capacidad de aplastar sin piedad cualquier movimiento de autonomía real. Con Libia recolonizada, prevé la construcción de la plataforma para la intervención regional, que sustituya al hoy convulso Egipto.
La operación también significó libio ganancias marginales, más allá del control del petróleo, en la disposición de la asfixiar la revolución democrática árabe popular, de construcción de la plataforma imperialista en la región.
Grandes segmentos de la izquierda en todo el mundo, sin excepción de grupos autodenominados “radicales”, se comprometieron en el apoyo de hecho a la intervención imperialista, defendiendo en grados diversos la propuesta de estar con el “movimiento revolucionario” libio y contra el imperialismo que lo creó y sustentó. Aplaudían las bombas que caían sobre el país asegurando que no apoyaban la intervención de la OTAN!
Para no alejarse de una opinión pública creada por los grandes medios mundiales saludaban a las fuerzas “revolucionarias libias” como si no fuesen meras criaturas de la intervención imperialista como se demostró claramente en los hechos. Los "revolucionarios" libios no avanzaban un metro en los combates sin el aterrador apoyo aéreo y terrestre de la OTAN. En no pocos casos, como también hizo Gadafi en los últimos tiempos, procuraban consciente o inconscientemente acomodarse a la bestia imperialista
Mario Maestri (De 63 años, Río Grande del Sur, es un profesor de la asignatura y el Programa de Posgrado en Historia de la FFU. maestri@via-rs.net)
Adhiérete al grupo:
¡¡¡ ALTO EL FUEGO !!! Libre determinación de los pueblos y no intervención.
Marx, nuestro maestro, recogió e hizo suya la frase de Terencio: Nada de lo Humano me es Ajeno
0 COMENTAR :
Publicar un comentario