• »
  • » La victoria de la UNTMRA: lecciones de la lucha de clases - Editorial El Popular N° 164

el-popular-164
Hay varios factores que transforman este hecho en relevante para el presente y también para el futuro.

¿Victoria? Sí, victoria.
La lucha de los trabajadores metalúrgicos fue sistemáticamente atacada desde la derecha empresarial, política y mediática. Las acusaciones de intransigencia, irresponsabilidad, desestabilización y hasta de patoterismo, fueron la nota. Como no les dio resultado, ahora continúan la campaña tratando de mostrar lo que fue victoria como derrota. El objetivo es muy claro, demonizar la lucha, mostrarla como un sinsentido.
 
La lucha de la UNTMRA fue una victoria y no solo por una razón, por varias.
En primer lugar, era una lucha sindical y como tal tenía objetivos sindicales, el primero de ellos conseguir un convenio colectivo para la rama metalúrgica, la única del gremio que no lo tenía. Ya se habían firmado en otras ramas como industria naval, estaciones de
servicio, montaje industrial, plástico, etc.
La Cámara Metalúrgica, una de las patronales más reaccionarias y provocadoras del país, que se opone a la negociación colectiva, que denunció a Uruguay ante la OIT, se negó durante 17 meses a cualquier negociación. Fruto de la lucha, combinando negociación y movilización, la UNTMRA logró el objetivo: habrá convenio colectivo en el metal.
 
El preacuerdo logrado el 2 noviembre, ratificado en Asamblea General de más de 2 mil trabajadores el 4 de noviembre y que se firmaría hoy de tarde en el MTSS, tiene los siguientes puntos a destacar: la conquista de un convenio colectivo hasta el 30 de junio de 2013; cuatro ajustes salariales con el 100% del IPC y 3% de recuperación adicional; concreción de las nuevas categorías con lo que se lleva el salario mínimo a más de 14 mil pesos, los salarios más bajos son los que crecerán más (había salarios de 8 mil pesos); se crea el Fondo de Desarrollo Social con aporte patronal (0,89%) y obrero (0.39%), para actividades sociales y atención odontológica; se reconoce el derecho de hacer asambleas sindicales en los lugares de trabajo; todos los trabajadores tendrán derecho a un curso de formación durante la vigencia del convenio; instalación del Consejo Productivo Sectorial para discutir una política para el sector; promoción para la contratación de menores de 20 años y mayores de 55, dos de los sectores que componen el desempleo estructural.
 
Cualquiera entiende que no es poca cosa. ¿Qué se firmara una cláusula de paz? Sí, como en muchos convenios en todas las épocas del movimiento sindical. Pero en ella los trabajadores no renuncian a luchar, se comprometen a cumplir una serie de pasos antes de declarar un conflicto, cosa que por otra parte hacen los sindicatos uruguayos como parte de su conducta histórica. Lo que no se dice es que esa cláusula también vale para las patronales, que se comprometen a cumplir los mismos pasos, antes de adoptar cualquier decisión que afecte la fuente de trabajo de los trabajadores.
¿Qué no se logró todo el objetivo económico que se reclamaba? Es cierto, pero se logró no perder salario, un porcentaje de recuperación y además, por la categorización, un aumento más importante para los salarios más sumergidos.

No sólo de pesos se trata.
La evaluación de una lucha sindical, además, no puede reducirse a un análisis económico, aunque este es importante. Para analizar la lucha de los trabajadores no alcanza una calculadora.
 
En la huelga metalúrgica estuvieron en juego la intención de la patronal de quebrar el sindicato, la decisión de frenar los avances en la negociación colectiva y también una táctica sindical, que no reniega de la lucha, pero que no la ve como un fin en sí misma.
 
La patronal y sus voceros sufrieron una gran derrota en este terreno. La UNTMRA salió fortalecida y unida de la huelga. La huelga empezó con 70 centros de trabajo y culminó con 120. Participaron de ella más de 5 mil trabajadores. Más de mil trabajadores se afiliaron al sindicato durante la huelga.
Durante la huelga misma se mostró una flexibilidad táctica que merece destacarse. Comenzó con ocupación de los lugares de trabajo. Cuando las patronales intentaron judicializar el conflicto y forzar desalojos los trabajadores decidieron en asamblea desocupar las fábricas pero mantener la huelga con cantones y carpas en las puertas. Fue un sacrificio adicional y una exigencia organizativa mayor, pero se llevó a cabo. Se permitió en una fábrica, Berkes, que se realizara una inspección para que la firma renovara una certificación, sin la cual se ponía en peligro el futuro de la fuente de trabajo. La huelga no era para cerrar fábricas era para dignificar el trabajo.
 
En un segundo aspecto, entonces, también triunfaron los trabajadores: el sindicato salió más fuerte y más unido, garantía para el futuro y la táctica aplicada se demostró correcta y efectiva, no en la teoría, en la dura prueba de la lucha de clases.

La lucha: componente y catalizador de los cambios.
Hay una dimensión más que necesita incorporarse. Hay una polémica con la derecha que históricamente ha satanizado la lucha y la organización, en particular la de los trabajadores. Ese debate, también se instaló en la izquierda, con diferencias por supuesto, a partir de la llegada del Frente Amplio al gobierno. Cualquier movilización, reclamo o protesta, desde algunos sectores tiende a verse como una potencial desestabilización, se repite la idea del “palo en la rueda”.
Esta es una visión reduccionista del proceso de cambios. Los trabajadores organizados son el corazón del bloque alternativo al de las clases dominantes y su lucha un aporte sustancial.
 
En la huelga metalúrgica participaron organizadamente 5 mil trabajadores. Discutieron democráticamente cada paso del conflicto y lo levantaron en una asamblea con más de 2 mil participantes. El PIT-CNT rodeó el conflicto e incluso decidió un paro general en respaldo al mismo. Miles de trabajadores de todos los gremios se solidarizaron con ellos, fueron a las fábricas en huelga, sacaron de lo poco que tienen para acercar comida a los huelguistas; en el caso de los obreros de la construcción, pararon con el SUNCA y manifestaron por miles por 18 de Julio. Trabajadores rodeando y apoyando a sus hermanos de clase en lucha: ¿Si eso no es un aporte al proceso de cambios, que es?
 
La solidaridad se extendió a miles de vecinos, que rodearon los cantones, acercaron comida y solidaridad en forma permanente. Los gurises de la FEUU recorrieron las fábricas, hablaron con los trabajadores, dieron y recibieron solidaridad, cortaron calles y latearon para conseguir plata para financiar la huelga. Pueblo organizado, solidario y comprometido: ¿Si eso no es un aporte al proceso de cambios, que es?
Todo eso pasó en estos 28 días. La lucha y la victoria de la UNTMRA es un aporte trascendente para la contradicción principal entre país productivo y con justicia social o más dependencia. Es la lucha de clases, central en el capitalismo, aunque se lo niegue o se haga como que no existe.
 
Unidad, solidaridad y lucha, fueron las consignas históricas que permitieron la construcción de una central única sindical hace 45 años y nos trajeron hasta aquí. Unidad, solidaridad y lucha, son las consignas que guían a los trabajadores hoy y siguen constituyendo una garantía del sostén, el ritmo, el rumbo y la profundidad de los cambios.

Comentar con Google+

0 COMENTAR :

Publicar un comentario