El FA, el PCU y Juan | Editorial El Popular N°174 | 16/3/2012
El Frente Amplio se encamina hacia los tramos finales del proceso de elección de su sistema de dirección. Es un hecho político clave, para todo el Uruguay, y por supuesto para los frenteamplistas. El FA es la principal fuerza política del país, ejerce el gobierno nacional por segundo período consecutivo, gobierna la capital desde hace más de 20 años, tiene el gobierno en cuatro departamentos clave, es segunda fuerza en los restantes 13 departamentos y tiene mayoría absoluta en el Parlamento.
Esto de por sí, alcanzaría para aquilatar la importancia de las elecciones internas del 27 de mayo, pero el FA es mucho más que eso. Es su historia, su trayectoria,
es su influencia entre los trabajadores organizados, en los sectores populares, en la intelectualidad y la academia. El FA fue y es la principal creación política del pueblo uruguayo para transformar el país y para disputarle la hegemonía a las clases dominantes y a su expresión política: los partidos de la derecha.
Todo eso debe expresarse el 27 de mayo y por eso los simplismos, que siempre son reduccionistas, no sólo no ayudan sino por el contrario dificultan el análisis y por lo tanto la acción.
La conformación de la dirección de una fuerza unitaria que es expresión de todas las corrientes de la izquierda, que conjuga el doble carácter de coalición de partidos y movimiento ciudadano, es un desafío político y requiere soluciones políticas. No hay soluciones mágicas, ni fórmulas puras e impuras, necesita de la participación y de la decisión popular, pero no excluye, ni se contamina, con la negociación política, es más, la lleva implícita.
Lo que se elige
El 27 de mayo el FA elegirá los miembros del Plenario Nacional y de los Plenarios Departamentales, conformados en un 50% por delegados de los partidos y movimientos que lo integran y en un 50% por delegados de los organismos de base. Esta vez se eligen además los presidentes del Plenario Nacional y de los Plenarios Departamentales. Para ubicar las cosas donde deben estar hay que decir que la única novedad, para nada menor, es que los presidentes de las Departamentales y el presidente del FA se elegirán por voto directo y secreto, hasta ahora eran electos indirectamente, pero el Plenario ya fue electo por voto directo.
Por ello el Plenario Nacional se reunirá el 17 de marzo para considerar el ingreso de nuevos grupos políticos al FA y el reglamento de la elección y el 24 de marzo, para, luego de aprobado el reglamento, proclamar el candidato o los candidatos.
El PCU, el FA y el consenso
Es saludable que la elección democrática de la dirección frenteamplista provoque debate, no nos asusta, por el contrario lo alentamos y promovemos. Cada sector del FA y de diversas maneras los militantes frenteamplistas han expresado su posición y sus preferencias. Bienvenidas sean.
La derecha se ha empeñado por mostrar un FA en crisis incapaz de resolver, sin candidatos, sin relevos. La realidad es bien diferente. Más allá de apasionamientos se debe aceptar que han surgido y seguramente surgirán propuestas, caminos de solución y también nombres que muestran la riqueza y las posibilidades del FA. Posibilidades claramente superiores, cualquiera sea el resultado del 27, a las que muestra la derecha.
El FA tuvo cuatro presidentes a lo largo de su historia, Líber Seregni, Hugo Villar (en el exterior durante la dictadura), Tabaré Vázquez y Jorge Brovetto. Incluso durante un período, luego de la renuncia de Seregni, su conducción fue ejercida por un órgano colectivo. Todos esos compañeros y esa modalidad colectiva, fueron fruto de pacientes negociaciones políticas, nada sencillas por cierto, y luego refrendadas colectivamente. Es decir fueron soluciones políticas concretas a situaciones políticas también concretas.
¿Es tan distinta la situación actual? No, no lo es. En estos días varias fuerzas frenteamplistas han promovido nombres de compañeras y compañeros. El Partido Socialista lo hizo con Mónica Xavier, luego apoyada por el Frente Líber Seregni. El MPP con Miguel Fernández y Alejandro Zavala, dejando abierta la posibilidad, de presentar otro candidato “de sus propias filas”. La Vertiente Artiguista hizo lo propio con Enrique Rubio e incluso hay compañeros de base que manejan otros nombres.
El PCU, respetando todas las posturas y nombres, ha tenido una posición clara, expresada a todos los grupos políticos y las bases frenteamplistas.
El secretario general del PCU, Eduardo Lorier, las resumió en un activo realizado el miércoles en 5 puntos: lograr una gran votación del FA, lograr un candidato de consenso, conformar un equipo de dirección colectiva, lograr una campaña que coloque al FA y su propuesta en confrontación política con la derecha evitando la polarización interna y lograr que se exprese el carácter de coalición y movimiento del FA
Para cumplir cabalmente con esos 5 puntos, el PCU presentó, como aporte a la búsqueda de consenso, la candidatura de Juan Castillo a la presidencia del FA. Aclaró explícitamente, lo hace el propio Juan Castillo en las páginas de esta edición, que se trata de una precandidatura y que si antes del 24 hay una solución de consenso, cualquiera sea, esta será retirada.
La candidatura de Juan
Valorando positivamente los nombres de todos los compañeros propuestos nos parece que es un aporte positivo al FA, a la campaña y al futuro. El FA encara esta elección con sus principales referentes políticos ausentes de ella por diferentes razones. No estarán Tabaré Vázquez, José Mujica y Danilo Astori, tampoco los 5 intendentes, cualquiera de ellos excelentes candidatos a presidir el FA.
Por lo tanto la renovación en el liderazgo, que en el FA no es una operación marketinera, sino un proceso político complejo y democrático, será una de las resultantes.
Juan es un trabajador, un obrero, un dirigente sindical. Los trabajadores han sido un puntal histórico del FA y no solo electoralmente hablando. Dirigentes sindicales de primera línea han sido legisladores, algunos son hoy intendentes, han ocupado y ocupan responsabilidades de gobierno e incluso en el caso de José Pepe D´Elia integraron la fórmula presidencial.
Sin embargo nunca un trabajador presidió el FA. ¿Esta afirmación desmerece a quienes hasta ahora fueron presidentes o disminuye el papel de las capas medias y de los intelectuales en la izquierda? De ninguna manera. Pero es innegable que la presencia de un trabajador en la máxima jerarquía de un partido político, situación inédita en el Uruguay, sería una importante renovación y una señal política muy fuerte hacia toda la sociedad.
Juan viene con todo el bagaje y la escuela de lucha que da el movimiento sindical. Constructor de unidad, con gran experiencia en negociación y diálogo, habituado a hablar y trabajar con todos los sectores de la sociedad, y además, organizador y movilizador de gente, de mucha gente.
Frenteamplista desde que se integró a la lucha social; Juan le aporta al FA vasos comunicantes con los trabajadores, con todo el movimiento social, aspecto sustancial en el enfrentamiento de los dos proyectos de país con la derecha y en la construcción del bloque político y social de los cambios, que es una tarea permanente.
El compromiso de buscar soluciones unitarias que fortalezcan al FA, a su gestión de gobierno nacional y en las intendencias y a su acción política cotidiana, estará siempre, sea quien sea el presidente electo, se llame Mónica, Miguel, Alejandro, Enrique o Juan. Siempre ha sido así.
Pero con la misma franqueza debemos decir que la propuesta de Juan Castillo, modestamente creemos, es un aporte político para convocar y movilizar al FA y a los frenteamplistas, para fortalecerlo y renovar su inserción y su influencia en la sociedad.
No seríamos sinceros si no dijéramos que su nombre provocó y provoca entusiasmo, alegría, compromiso. Las negociaciones seguirán y la elección definirá, pero el 14 de marzo el PCU hizo un aporte unitario, y de manera indirecta, los trabajadores también. Bienvenido sea.
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