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El Popular - Editorial N°182

El Popular, Semanario de Uruguay

Estamos a poco más de una semana de las elecciones internas del Frente Amplio en las que se elegirá por votación directa todo el sistema de dirección de la coalición de izquierda para el nuevo período.


Sólo este hecho transforma a las elecciones del 27 de mayo en un hecho político central para el país y para su gente.

Pero hay varias maneras de pararse ante las elecciones del FA. Una de ellas es hacerlo solo desde una perspectiva interna, debatiendo la situación del FA, de su estructura, sus problemas, casi al margen de la situación nacional. Otra es hacerlo con una perspectiva más amplia, vinculando estas elecciones a la gestión de gobierno, al proceso de cambios
y a las necesidades que este plantea a la fuerza política. Estas dos visiones han sido predominantes en los debates y en los enfoques del debate frenteamplista.

Las respetamos y valoramos pero creemos que pecan de reduccionismo y minimizan lo que entendemos es el aspecto central: el enfrentamiento de dos proyectos de país y la confrontación con la derecha.

Es desde ese punto que hemos intentado pararnos desde el principio y es desde allí que realizamos propuestas, debatimos y militamos.

El Frente Amplio es el instrumento político fundamental que tiene el movimiento popular uruguayo para pelear por su proyecto de país y luchar por la hegemonía (en el sentido gramsciano) contra el bloque de poder de las clases dominantes. Esa es la hegemonía que está en juego y esa lucha involucra la gestión de gobierno, pero no se agota en ella, necesita de la acción y de la lucha política, necesita del Frente Amplio.

Los cambios concretados en los dos gobiernos nacionales del Frente Amplio y en los gobiernos municipales han transformado en varias esferas al país y han mejorado la vida de los uruguayos.

La ofensiva del status quo.

La derecha, política, social y mediática resiste esos cambios, quiere frenarlos y quiere volver atrás.

Para ello ha desatado una ofensiva en todos los ámbitos de la sociedad. Algunas expresiones de está ofensiva son: La campaña de firmas para la baja de la imputabilidad y la campaña política y mediática sobre la inseguridad, incluyendo la ultra difundida marcha apolítica, convocada y organizada por operadores de Pedro Bordaberry ; la defensa irrestricta de la impunidad y el respaldo a los impunes; el rechazo, incluso con presentación de denuncia ante la OIT, de la negociación colectiva; el cuestionamiento a los Consejos de Salarios; los ataques permanentes, incluyendo una interpelación al ministro Daniel Olesker, a las políticas sociales y a la labor del MIDES; el ataque sistemático a la integración regional y al proceso de unidad latinoamericana; la oposición férrea al pago de impuestos por la concentración de la tierra; el rechazo virulento a la idea de un proyecto que limite la extranjerización de la tierra; la campaña permanente de desprestigio de la educación pública y de la autonomía; la ofensiva para frenar la reforma de la salud y la defensa de las instituciones de la salud como generadoras de lucro; el anuncio de los usufructuarios, aunque ellos se auto designen como “propietarios”, de los canales de televisión abierta, de su rechazo al decreto de TV Digital y su negativa a participar de una licitación abierta, concurso y pago de canon, para las futuras concesiones.

Muchas veces, desde la izquierda, se cae en el error de analizar y responder a cada una de estas cosas como aisladas y sin relación. Esto conduce a dos errores: no percibir la dimensión real de la batalla planteada, que es por toda la sociedad y en todos los temas; y, por otro lado, ensayar respuestas aisladas, que generan contradicciones, confusión, divisiones parciales e incluso colocan el eje en las dificultades de la izquierda o del gobierno y no en la propuesta regresiva de la derecha, en su práctica social y política, en los problemas que estas generaron y generan en la sociedad y que aún falta mucho para poder superar. Incluso algunos compañeros repiten como muletilla que la derecha no tiene proyecto, sí lo tiene, se llama capitalismo y se apellida neoliberalismo y le funciona tan bien que nos tiene metidos adentro de él y sigue siendo hegemónico en la sociedad, no en el plano político, pero sí en el plano del sentido común dominante, de los valores.
¿Esta afirmación pretende negar u ocultar los problemas en la gestión de gobierno, en el accionar y falta de convocatoria del Frente Amplio? En lo absoluto, existen, requieren atención y respuesta, hay que enfrentarlos y resolverlos, en unidad. Pero no hay que olvidar el escenario grande en el que luchamos y a quién tenemos enfrente.

La inseguridad.

Es bien diferente, por ejemplo, abordar la seguridad y el delito, desde esta concepción que hacerlo como pretende la derecha y la campaña mediática, como si solo fuera una anormalidad a corregir y se solucionara con dos o tres medidas represivas.

La derecha busca instalar, y en gran medida lo logra, que el problema de la inseguridad es responsabilidad del gobierno del Frente Amplio y que su solución definitiva pasa casi exclusivamente por un tema policial.

Eso es falso, es mentira y hay que decirlo y dar la batalla política e ideológica. No es inocente la derecha que devastó la sociedad, que aplicó 30 años ininterrumpidos de neoliberalismo, que destruyó el tejido social, que arrojó a la mitad de la población al abandono y la exclusión, que promovió y promueve un sistema de valores donde el consumo y el individualismo son el santo y seña. ¿Alguien pensó que la crisis bestial del 2002 y su devastación social nos iban a salir gratis? El consumismo como objetivo individual y generador de status social trae como contrapartida la violencia de los excluidos, son dos caras de la misma moneda. Basta con mirar el mundo y verlo.

¿Es inocente acaso pedir más represión y juntar firmas contra los jóvenes mientras se reclama recortar los programas sociales? ¿Es inocente acaso difundir hasta el morbo a los jóvenes que delinquen sabiendo que esto, como está comprobado en todo el mundo, fortalece los liderazgos o los construye entre los jóvenes marginados? ¿Es inocente la transformación de la violencia en espectáculo? ¿Eso ayuda a combatir la inseguridad?

Volvemos a reiterar, esto no oculta las dificultades de la izquierda y del gobierno para asumir estos desafíos y dar respuestas concretas, existen, son objetivas y deben ser corregidas. La confusión generada por la ultra difundida marcha es una muestra de ello.

El problema de la inseguridad no tiene solución fácil, ni se arregla cobrando al grito y sustituyendo los mega operativos por cacheos generalizados. Es un profundo problema social y requiere para enfrentarlo un compromiso de la sociedad toda, en distintos niveles, el gobierno en su papel y los ciudadanos en el suyo. Justo lo que la derecha no quiere, una ciudadanía activa y participando, haciéndose responsable de su acciona y de la vida de la sociedad.

La Policía deberá mejorar su actuación, seguir profundizando su transformación y capacitarse para enfrentar las nuevas formas del delito; hay que seguir el camino iniciado en el gobierno del FA de combatir el narcotráfico y su red de corrupción y violencia; hay que mejorar las cárceles y agilizar los cambios que ya están planteados. Hay que darles a las y los uruguayos garantías sobre su vida y su tranquilidad.
Pero también hay que decirles que se requiere cambiar a fondo para que esto no se proyecte en el futuro y cortar el espiral de violencia y exclusión. Hay que reprimir el delito y a la vez hay que incluir socialmente y darles perspectivas colectivas, más allá de la selva del sálvese quién pueda, a los jóvenes y mayores excluidos. Las dos cosas son necesarias.

El 27 de mayo.

Es en este escenario que valoramos las elecciones del 27 de mayo. Para las transformaciones necesarias en el Uruguay se necesita una izquierda fuerte y a la ofensiva.

Que profundice los cambios, con una mejor gestión de gobierno. Pero también se necesita una fuerza política, el Frente Amplio, parada en el centro del escenario político nacional, dando la batalla política, ideológica y cultural. Organizando la gente y movilizándola para seguir construyendo un Uruguay mejor y no retroceder hacia el Uruguay partido, de exclusión, que dicho sea de paso, solo traerá más violencia e inseguridad.

Para que el Uruguay siga cambiando, para que lo que se ha cambiado no tenga marcha atrás, se necesita más y mejor Frente Amplio.

Un Frente Amplio comprometido con el gobierno, sí, pero no reducido a la gestión o a su apoyo, fuertemente relacionado con el movimiento popular organizado y con el pueblo no organizado, articulador de las demandas y promotor de la organización y la lucha contra la derecha.

Un Frente Amplio dando la lucha política e ideológica. Un Frente Amplio defendiendo y construyendo un proyecto de país distinto, con valores distintos, dando la pelea cultural en toda la sociedad.

Este proceso no empieza ni termina el 27 de mayo, pero tiene un momento trascendente el domingo y la cita es para todas y todos.

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