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El Popular - Editorial N° 185
Estamos a menos de 15 días de la elección interna del Frente Amplio que movilizó a más de 170 mil frenteamplistas a lo largo y ancho del país y en 10 países más. Al cierre de nuestra edición no se había terminado el escrutinio por lo que cualquier análisis de los resultados sería parcial y por lo tanto limitado.
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En el editorial anterior sostuvimos, y vale la pena reiterarlo, que fue una gran jornada de movilización frenteamplista, una muy buena votación y un aporte desde la fuerza política al enfrentamiento del proyecto de país de la derecha, el de la restauración neoliberal.
Los intentos por desmerecer la votación del FA chocaron con argumentos y también chocaron con el estado de ánimo de las decenas de miles de hombres y mujeres, viejos y jóvenes que participaron de la elección. Eso, el estado de ánimo de ese número nada menor de frenteamplistas, es otro logro de la campaña de las internas. No valorarlo es no contar con un elemento clave en política y no dimensionar en su justo término el papel de la gente organizada en ella.
Dijimos también que la votación del 27 no resuelve todos los problemas del FA, que no se
solucionan con un acto mágico, persisten las zonas de descontento con el gobierno y también, a veces en un sentido opuesto, de descontento con la fuerza política. Superar esta situación exigirá un esfuerzo colectivo de discusión, propuestas, práctica común y movilización común. No hay otro camino, el que lo tenga que lo proponga.
La profundización de los cambios y la ofensiva de la derecha
Sostuvimos y sostenemos que la elección interna del FA no se podía ver aislada de la lucha política entre los dos proyectos de país: el de la izquierda, expresión del gobierno nacional, las intendencias, el FA y el bloque político y social de los cambios y el de la derecha, política, mediática y empresarial de restauración neoliberal.La derecha lo tiene muy claro y está en franca ofensiva para frenar el proceso de cambios y volverlo atrás.
En un editorial pasado hacíamos un resumen, parcial, de las iniciativas de la derecha en marcha: “La campaña de firmas para la baja de la imputabilidad y la campaña política y mediática sobre la inseguridad, incluyendo la ultra difundida marcha apolítica, convocada y organizada por operadores de Pedro Bordaberry ; la defensa irrestricta de la impunidad y el respaldo a los impunes; el rechazo, incluso con presentación de denuncia ante la OIT, de la negociación colectiva; el cuestionamiento a los Consejos de Salarios; los ataques permanentes, incluyendo una interpelación al ministro Daniel Olesker, a las políticas sociales y a la labor del MIDES; el ataque sistemático a la integración regional y al proceso de unidad latinoamericana; la oposición férrea al pago de impuestos por la concentración de la tierra; el rechazo virulento a la idea de un proyecto que limite la extranjerización de la tierra; la campaña permanente de desprestigio de la educación pública y de la autonomía; la ofensiva para frenar la reforma de la salud y la defensa de las instituciones de la salud como generadoras de lucro; el anuncio de los usufructuarios, aunque ellos se auto designen como «propietarios», de los canales de televisión abierta, de su rechazo al decreto de TV Digital y su negativa a participar de una licitación abierta, concurso y pago de canon, para las futuras concesiones”.
Esta semana vivimos dos expresiones más de esa ofensiva. La primera la interpelación al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, por la situación de las cárceles. Que se transformó en una operación político electoral del Partido Nacional, que además de confrontar con el FA, le está disputando el liderazgo de la oposición y de la derecha política al Partido Colorado. Presentaron una moción de censura para desmarcarse de los colorados y mostrarse más opositores y de paso adueñarse del discurso extremista en el tema seguridad, hasta ahora hegemonizado por Pedro Bordaberry, hasta se retiraron de sala, coordinadamente por supuesto, con los horarios de los informativos de televisión.
La segunda, la resistencia pública, cada vez más virulenta a la intención del gobierno de democratizar los medios de comunicación y la información y legislar sobre los servicios audiovisuales y las telecomunicaciones. Ya han puesto el grito en el cielo los empresarios mediáticos y la derecha, unánimemente, los ha respaldado. Bordaberry y varios dirigentes blancos, también compitiendo por quién es más defensor del oligopolio mediático, ya hablan de ataque a la libertad de expresión y de chavismo y cristinismo, faltaba más.
La necesidad de profundizar los cambios, en cada uno de los puntos enumerados, exige enfrentar a la derecha y para ello es necesario un esfuerzo en común de todas las fuerzas del cambio: el gobierno, el Frente Amplio y el movimiento popular.
El gobierno y los ejes políticos
En esta semana se ha conocido el informe de coyuntura del Instituto de Economía de la UDELAR uno de los referentes más serios en las materia. EL POPULAR informa en detalle sobre él en la página 13. Muestra fortalezas y debilidades pero en general un buen rumbo para enfrentar la crisis internacional del capitalismo y seguir creciendo. Ese es un eje de debate con la derecha, hay que darlo, parece que la economía, antes única fuente de sus desvelos, ahora no existe. No tienen una sola propuesta y es más, es su modelo, su idea de la economía la que se derrumba en Europa y EEUU. Hay que señalarlo y dar el debate.El ministro del Interior, Bonomi, respondió con seriedad y documentadamente los señalamientos de la derecha, sin embargo, lo que quedó instalado es la censura y la operación política nacionalista.
El presidente de la República, José Mujica, realizó una exposición valiente y centrada sobre la intención de democratizar los medios de comunicación. Dijo con razón que es una tarea central para democratizar la sociedad, que hay que terminar con la concentración de la propiedad de los medios, asegurar la pluralidad y garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información de toda la sociedad, no solo de un puñado de propietarios de medios. Anunció también una iniciativa legal sobre el estratégico tema de las telecomunicaciones, que implica defender a ANTEL y garantizar el acceso universal de todos a la banda ancha y la telefonía y además un marco legal para un sector que ya es clave y lo será cada día más para la economía y para la libre circulación de la información. Será polémico y será duro con la derecha y también habrá opiniones diversas y exigirá debate en el campo popular. Pero bienvenido sea es un aspecto clave para los cambios y para la profundización de la democracia.
Esos son ejes políticos que nos colocan a la ofensiva que ayudan a instalar los debates que los cambios necesitan, que el país necesita. Pero si concentrando todo el esfuerzo en ellos es difícil la batalla, mucho más lo es, cuando desde el gobierno mismo se instalan polémicas por cambios de gabinete, por marchas y contramarchas en las explicaciones, por formas que no se cuidan y que golpean compañeros y generan confusión.
Nadie discute el derecho del presidente José Mujica a cambiar los ministros, eso es así y está fuera de discusión. Lo que sí merece señalarse es que esos cambios no tienen porque golpear compañeros, como en el caso de Graciela Muslera y antes de Ana Vignoli y luego de María Simón y durante de Héctor Lescano y de Gerardo Rey.
Los argumentos del presidente Mujica son válidos y tiene todo el derecho del mundo a esgrimirlos pero no a costa de descentrar los ejes que el mismo trazó en esos mismos días y generar dispersión en el esfuerzo por concentrar todas las fuerzas en esa disputa con la derecha. Derecha que ha demostrado una vez más que no duda un segundo en olvidarse de los acuerdos de Estado cuando de buscar rédito electoral se trata y que lo que verdaderamente quiere es que los cambios no avancen más y que los que ya se hicieron vuelvan atrás.
El papel del FA
Para esta batalla, la de siempre, con la derecha, es imprescindible un Frente Amplio fuerte, movilizado, organizado y con disposición de lucha. La movilización lograda el 27 de mayo, la conformación y renovación de toda su estructura de dirección a nivel nacional, lo colocan en una nueva situación para responder.Para enfrentar a la derecha se necesita todo, gobierno, Frente Amplio y movimiento popular, con menos no alcanza. El FA parece dirigirse a ocupar el lugar que se necesita: organizar y movilizar a los frenteamplistas para profundizar los cambios y dar la pelea política e ideológica. Es imprescindible que lo haga.
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