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El Popular, editorial N°190, 13/7/2012
Estamos asistiendo en nuestro país a una agudización de la confrontación política. Están instalados a nivel de la opinión pública debates en torno al ingreso de Venezuela al Mercosur, la Rendición de Cuentas, las propuestas y la situación de la Educación Pública, la crisis de Pluna, las iniciativas del gobierno en torno a Seguridad Ciudadana, la gestión de la Intendencia de Montevideo y en particular la situación en torno a la basura, por citar solo algunos.
Cada uno de ellos ameritaría un editorial y no estaría mal. Sin embargo en esta edición de EL POPULAR elegimos destinar el editorial central a la movilización de los trabajadores de la construcción y metalúrgicos.
En primer lugar por una razón periodística, nadie, absolutamente nadie más lo hará. Pero esa no es la razón más importante. Lo central de nuestra decisión radica en, valga la redundancia, la centralidad del papel de los trabajadores organizados y de la movilización en resolver todas estas contradicciones a favor del pueblo y de la profundización de los cambios.
Explicar esta afirmación requiere de un señalamiento previo. No se debe ver esta serie de discusiones como acontecimientos aislados, eso llevaría a un enfoque reduccionista y a posturas que no responderían a la disputa principal.
Dos proyectos de país.
La combinación de un escenario internacional de crisis, que sin ningún lugar a dudasimpacta e impactará sobre nuestro país y los avances logrados por los dos gobiernos nacionales del Frente Amplio y la lucha popular, hacen que cada paso ahora cueste más y genere más resistencia de las clases dominantes y del statu quo.
Nos paramos ante la realidad nacional asumiendo la perspectiva del enfrentamiento de dos proyectos de país: el de la izquierda, el del bloque social y político de los cambios y el de la derecha y las clases dominantes.
Claramente la derecha ha desatado una ofensiva para frenar los cambios, asumir la iniciativa política e intentar recuperar un espacio central: el gobierno nacional y el manejo del Estado.
La ofensiva es generalizada, permanente y abarca todas las áreas de la sociedad, todas.
Cuentan para ello con un poderoso arsenal y en primer lugar con un sistema de medios de comunicación que les responde.
Desde el campo popular es imprescindible conjuntar fuerzas, todas las que estén disponibles, para no permitir que se tuerza el rumbo. Para confrontar con la derecha y para superar las contradicciones internas y profundizar los cambios.
Gobernar para cambiar.
Desde el gobierno se trata de aplicar el programa del Frente Amplio, de continuar las transformaciones iniciadas, de redistribuir la riqueza, de cambiar la matriz productiva del país avanzando hacia la industrialización.Una prueba de fuego está siendo y lo será cada día más como nos paremos ante los coletazos de la crisis internacional. El ministro de Economía, Fernando Lorenzo, dijo en EL POPULAR, hace ya un año, que no habría ajuste, que el gobierno del Frente Amplio no permitiría que el peso de la crisis cayera sobre los trabajadores y sobre los que menos tienen.
Este debate ya se dio en el 2009, la derecha pedía ajuste fiscal, recorte de salarios y jubilaciones, recorte del gasto público y reducción de las políticas sociales. El gobierno del Frente Amplio hizo exactamente lo contrario y eso permitió que Uruguay fuera de los pocos países del mundo que mantuvo el crecimiento y que no se detuviera el proceso de reconstrucción del tejido social que aún hoy sigue dañado en nuestro país.
La Rendición de Cuentas expresa una visión afín a esta concepción pero no alcanza, hay que fortalecer la inversión pública, hay que fortalecer la Reforma de la Salud y la Educación Pública, hay que invertir en vivienda, infraestructura y transformación productiva. Es el único camino.
Hay que afrontar los errores de gestión, las insuficiencias, no hay que eludir los problemas, pero no hay que olvidar que la disputa central, también en la gestión de gobierno, es con la derecha y su proyecto restaurador.
El Frente Amplio.
La otra dimensión imprescindible es la acción política, la disputa ideológica con la derecha, el contacto permanente con la gente, el impulso de la agenda de cambios en la sociedad.En ese terreno es imprescindible el Frente Amplio, organizado, debatiendo y movilizado. Las elecciones internas han significado una importantísima movilización política. El FA tiene todo su sistema de dirección renovado y funcionando. La presidenta del FA, Mónica Xavier, ha comenzado a dar señales y una de las centrales será la conformación de su equipo de trabajo.
Se necesita un Frente Amplio dando la pelea en toda la cancha y se están dando pasos hacia eso.
Los trabajadores y la lucha.
Todo lo anterior es importante pero no alcanza si no se logra poner en juego todo el abanico del movimiento popular, conservando su independencia, con sus reivindicaciones, con sus prioridades, pero como protagonista central de la escena nacional.Hay razones objetivas y materiales para ello. El último informe del Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT sobre la situación de los salarios en 2011 lo establece claramente.
En la síntesis que resume el estudio señala: “Pese a la importante recuperación salarial registrada en los últimos años, el análisis muestra que buena parte de las remuneraciones todavía se encuentran en niveles muy bajos, configurando conjuntamente con el no registro a la seguridad social uno de los principales déficits en relación a la calidad del empleo. A precios de 2010, los diezmilpesistas en 2011 fueron 744.000 ocupados, un 8,5% menos que los 813.000 encontrados en 2010.
Los bajos niveles salariales están fuertemente vinculados con la falta de cobertura a la seguridad social. Además, si bien alcanzan a toda la población, los salarios sumergidos afectan con mayor intensidad a las mujeres, los jóvenes, los trabajadores del interior del país y aquellos con menor nivel educativo alcanzado. Por sectores de actividad, los trabajadores más rezagados a nivel salarial son los rurales, el comercio, las domésticas y otros servicios. Entre los trabajadores con mayores salarios se destacan aquellos que lograron culminar estudios universitarios y se concentran con mayor intensidad en el sector financiero.
Los aumentos del salario mínimo nacional así como el mayor impulso de los salarios más bajos acordado en los Consejos de Salarios han contribuido con la reducción de la desigualdad de ingresos registrada en los últimos 4 años. Pese a ello, los avances en materia distributiva aún son moderados y es necesario profundizar en políticas salariales de este tipo que aceleren las mejoras de los sectores más sumergidos”.
Vaya si son motivos para luchar y movilizarse. Pero no son sólo esas las razones.
Los trabajadores organizados, su central única, sus sindicatos y su capacidad de movilización, son factores centrales para consolidar, profundizar y proyectar hacia el futuro el proyecto de país de la izquierda.
No hay proyecto de cambios, de izquierda, posible sin la participación activa de la gente y en ella, el protagonismo de los trabajadores organizados es decisivo.
Ante los gritos de alarma de la derecha que hablan de desestabilización y palos en la rueda. Ante algunas visiones que en la propia izquierda parecen olvidar que la lucha de clases existe y apuestan casi exclusivamente a la gestión de gobierno como actor de los cambios.
Nuestra posición es clara: más unidad, más protagonismo popular, más movilización y más lucha.
Por eso le dedicamos la tapa a la enorme movilización del SUNCA y la UNTMRA de ayer. Por eso nos alegra ver ese mar de banderas en las calles de nuestro país.
Defienden el trabajo, reclaman salario, piden más rubros para la educación, la salud y la vivienda, pero también son solidarios, aportan al Plan Juntos y trabajan gratis para reconstruir escuelas, pero también generan espacios para incluir a menores en conflicto con la ley y hacerlos trabajadores, pero también se organizan en el Programa de Vivienda Sindical, pero también estudian la realidad y aportan.
Ahora vendrán las movilizaciones por la Rendición de Cuentas y por los Consejos de Salarios, la lucha será dura, las clases dominantes no quieren ceder más espacio, no quieren renunciar a su margen de ganancias, no quieren soltar la porción enorme de la torta de la riqueza nacional que desde hace décadas acumulan cada vez más concentradamente.
La única manera de avanzar es luchando. Lo dijeron claro los trabajadores metalúrgicos y de la construcción: “no vamos a permitir que nos quiten las conquistas que logramos en la calle”.
Nada será fácil. Hay que profundizar los cambios en el gobierno y gobernar mejor. Hay que poner de pie al Frente Amplio y retomar la iniciativa política. Hay que confrontar política, programática e ideológicamente con la derecha.
Pero ayer miles de obreras y obreros en la calle dijeron: aquí estamos. Ocuparon su lugar, el de siempre, el que no puede faltar. No es poca cosa. Salud compañeras y compañeros, por su unidad, por su capacidad de organización, de propuesta y de lucha. Bienvenidas sean.
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