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Se cumplen 7 años de gobierno nacional del Frente Amplio y a la vez dos del segundo. Este aniversario encuentra al Frente Amplio ante el desafío de fortalecer su presencia como fuerza política, consolidar lo conquistado y profundizar el camino de cambios en el Uruguay.

Hay muchas maneras de pararse ante estos dos hechos. Desde EL POPULAR elegimos hacerlo como lo hemos hecho siempre, evaluar tanto la gestión de gobierno como a la fuerza política a la luz del enfrentamiento de dos proyectos de país: el de la izquierda y el bloque social de los cambios y el de la derecha y las clases dominantes.

Los caminos para el análisis pueden ser múltiples, pero evaluar a un gobierno de
izquierda y a una fuerza de izquierda omitiendo, o quitándole centralidad, a la disputa política e ideológica con la derecha, desde nuestro punto de vista conduce indefectiblemente a equivocar el balance y también, como consecuencia inevitable, las prioridades de las tareas pendientes.

No se trata de caer en un planteo maniqueo de blanco o negro o negarse a mirar las complejidades de la realidad, eso sería miopía política y enajenación de la sociedad real y por lo tanto mutilaría las potencialidades del cambio. Se trata simplemente de colocar los ejes donde deben estar y, para usar la jerga futbolística tan cara a los uruguayos, no cobrar al grito.

¿Hay avances?
Parados en esa definición básica, y por otra parte histórica de la izquierda y del Frente Amplio, decimos sin sombra de duda que los dos gobiernos de izquierda, tanto el encabezado por Tabaré Vázquez, como el que ahora encabeza José Mujica, han generado cambios importantes en el Uruguay y en la vida de los uruguayos. El Uruguay ha cambiado y lo ha hecho para mejor en cuestiones básicas para la vida de la gente y también en el sentido de las transformaciones estructurales que el Frente Amplio desde su fundación ha proclamado y por las que ha luchado.

Esta afirmación es válida para la trayectoria larga de los gobiernos del Frente Amplio, es decir los siete años de gestión, con la recuperación y el mantenimiento del crecimiento económico, la disminución de la pobreza y la indigencia, la baja del desempleo, la recuperación del salario, la ampliación de derechos para los trabajadores y la ciudadanía en general, la reforma de la Salud, la reforma tributaria, la prioridad social para el presupuesto y los avances en memoria, verdad y justicia, por realizar una breve enumeración que podría ser mucho más amplia.

También lo es, si se hace la evaluación corta, es decir el último año, el 2011. En medio de la crisis internacional del capitalismo más grave de la historia Uruguay mantuvo el crecimiento económico, siguió reduciendo el desempleo, mantuvo la recuperación salarial y lo hizo a contrapelo de las recetas de la derecha. En julio del año pasado, el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, desde las páginas de EL POPULAR salió al cruce de los reclamos de la derecha y anunció que a diferencia de Europa y EEUU en Uruguay no habría ajuste y no se cargaría el peso de la crisis sobre las espaldas de los más pobres y de los trabajadores. Se produjeron avances en un aspecto central como la pelea por la redistribución de la riqueza. ¿Tímidos e insuficientes aún?, es cierto, pero avances al fin. En primer lugar se puso el tema en discusión contra la resistencia feroz de la derecha política, mediática y empresarial, superando incluso la resistencia de algunos compañeros de la izquierda.

En ese sentido sumaron la decisión de exonerar del IVA a los beneficiarios de los programas sociales, elevar el salario mínimo, introducir cambios positivos en la Ley de Inversiones luego de una consulta pública y también el Impuesto a la Concentración de la Tierra.

También fue un año de avance, en medio de contradicciones y de intensa polémica, en el terreno de la verdad y la justicia. Se ha dado cumplimiento a la sentencia de la Corte Interamericana de DDHH, se dejó sin efectos jurídicos a la Ley de Caducidad, terminando con 25 años de oprobio, avanzan las causas judiciales, siguen las condenas, prosiguen las investigaciones y se encontró a otro desaparecido: Julio Castro.

La disputa contra la derecha y el protagonismo popular
Este análisis es justo pero incompleto si no se le agregan dos elementos más. El primero, todos estos avances se hicieron enfrentando la oposición cerrada y cerril de la derecha, que habló, operó y votó en contra de todas y cada una de estas medidas del gobierno del Frente Amplio.

El segundo, nada se logró solamente con la acción del gobierno, para estos avances fue decisiva la acción política del Frente Amplio y la movilización y el protagonismo del pueblo organizado; en particular de los trabajadores.

El 2011 fue el año de la huelga metalúrgica de 25 días, de las movilizaciones multitudinarias del SUNCA, de la lucha de las trabajadoras domésticas, de la vestimenta, de los supermercados y los gastronómicos, arrancando conquistas. Fue el año en que decenas de miles de trabajadoras y trabajadores votaron y eligieron sus direcciones fortaleciendo la democracia sindical y del país todo. Fue el año de las elecciones universitarias con un triunfo de la FEUU contra una ofensiva millonaria de la derecha. Fue al año del triunfo del PIT-CNT y la ONAJPU contra las listas de la derecha en las elecciones del BPS, recogiendo casi 500 mil votos en conjunto. Fue el año del Congreso del PIT-CNT con la representación de 200 mil trabajadores, su plataforma programática y su defensa de la unidad.

También fue el año del 20 de mayo más grande de todos, luego del revolcón del fracaso en el Parlamento, el de la explosión de las denuncias, el de la reafirmación de la lucha por la verdad y la justicia.

No vale omitir estos datos del análisis, no vale hacer como que no existieron y reducir todo a una polémica interna, que por supuesto existe y no debe ocultarse, pero no es el centro ni se explica y menos se resuelve al margen de estos elementos centrales.

Ser de izquierda
Asumir los avances y valorarlos es parte de una lectura correcta de la realidad y también de la construcción del estado de ánimo y de la perspectiva colectiva. No incorporar en su justa dimensión los logros, solo conduce a la frustración y nos separa de la gente, que claramente los percibe. El extremo opuesto, no ver todo lo que falta, no señalar las dificultades, conduce a la parálisis y la desmovilización.

Es desde esta perspectiva, que con lealtad, franqueza y espíritu unitario, valoramos la importancia de las elecciones internas del 27 de mayo en el Frente Amplio. Lo central es que sea una reafirmación del Frente Amplio como fuerza de cambio en contraposición a la derecha. Lo central es que sean un instrumento de movilización y participación. Lo central es que acumulen hacia el bloque político y social de los cambios.

Ante los cantos de sirena de la derecha que advierten al Frente Amplio que para seguir ganando tiene que ser lo menos de izquierda posible levantamos nuestra pluma y nuestro compromiso militante. Para que el Frente Amplio consolide los avances logrados hay que profundizar los cambios, hay que confrontar con la derecha, hay que estirar cada día, con responsabilidad pero sin miedo, el límite de lo posible.

Valorando lo logrado y luchando por más. No olvidando que tenemos enfrente. Dialogando y buscando acuerdos, sí; pero defendiendo el programa y el rumbo del cambio. Con gestión, con buen gobierno, pero también con movilización y participación. La receta no tiene misterios: Más Frente Amplio, más movilización, más izquierda.

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